Los coronavirus son una familia grande de virus que pueden causar infecciones respiratorias que van desde el resfrio común hasta la neumonía grave. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 7 de enero de 2020 se identificó un nuevo tipo de coronavirus en la ciudad china de Wuhan. La cepa del virus se ha denominado coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) y es el agente causante de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19).
Presentación
SARS-CoV-2 es el agente causal de infecciones respiratorias de diversa gravedad. Con el fin de cubrir todo el espectro de posibles cursos de la enfermedad, se acordó el nombre COVID-19, que se deriva del inglés "Coronavirus disease 19". Las infecciones graves de los pulmones se describen con el término más preciso de Neumonía Contagiosa Específica Severa (Severe Specific Contagious Pneumonia, SSCP) [1].
La fiebre por encima de 39 °C, la fatiga y la tos seca han sido identificadas por varios autores como los síntomas más comunes de COVID-19 y se espera que se den en el 60-100% de los individuos afectados [2] [3] [4]. Los pacientes también pueden presentar disnea, tos productiva, hemoptisis, mialgia, cefalea, dolor de garganta y rinorrea. En casos aislados, también se ha visto dolor en el pecho, dolor abdominal, náusea, vómito y diarrea. En uno de cada diez pacientes se ha notado confusión [2]. Recientemente, además la pérdida de olfato y gusto se han descrito como síntomas. Aunque las infecciones más leves son autolimitadas y suelen curarse en unos pocos días [5], a lo largo de 7 o más días también puede producirse un deterioro progresivo de la salud general y un aumento de los síntomas. Estos pacientes pueden desarrollar un síndrome de dificultad respiratoria aguda o sufrir de un shock séptico y tienen un alto riesgo de muerte por insuficiencia multiorgánica.
Es muy probable que el diagnóstico por imágenes revele cambios inflamatorios en las vías respiratorias inferiores, lo que permitiría diagnosticar una neumonía. En la gran mayoría de los casos, los hallazgos son bilaterales [3] [4]. Con frecuencia se observan opacidades en vidrio esmerilado y consolidadas, mientras que la cavitación, los nódulos discretos, el derrame pleural y la linfadenopatía no son típicos de COVID-19 [6]. Cabe señalar que, aunque sea raro, la ausencia de hallazgos patológicos en una radiografía de tórax o en una tomografía computarizada no descartan una infección por SARS-CoV-2. Se encontró neutrofilia y linfopenia en cerca de un tercio de los pacientes de COVID-19 [2] [4].
Diagnóstico
La OMS y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) han publicado criterios precisos para identificar a quiénes deben someterse a examenes de COVID-19. Difieren en algunos detalles y son propensos a cambiar a medida que se dispone de nuevos datos sobre la presencia de SARS-CoV-2 fuera de la provincia de Hubei, China, y las posibles rutas de transmisión [7] [8]. Además, la OMS ha preparado una guía provisional para el diagnóstico de laboratorio de las infecciones por 2019-nCoV y proporciona una lista de instituciones que pueden ser contactadas con esta finalidad [9]. En ellas se ha desarrollado una serie de ensayos de amplificación de ADN, específicamente protocolos de RT-PCR en tiempo real, para confirmar la presencia de SARS-CoV-2 en muestras respiratorias [10] [11]. Pueden utilizarse hisopados nasofaríngeos y orofaríngeos, así como esputo, aspirado endotraqueal o líquido del lavado broncoalveolar. Todavía no se ha dado recomendaciones sobre la preferencia de muestras obtenidas de las vías respiratorias superiores o inferiores para la detección del virus en casos leves, pero sí se insta al uso de especímenes de las vías respiratorias inferiores en casos de enfermedad grave y progresiva.
Por otro lado, se puede obtener muestras de suero emparejadas de pacientes sospechosos de estar infectados con SARS-CoV-2 [9]. Deben ser tomadas durante la primera semana de la enfermedad y 2-3 semanas después, y podrían permitir un diagnóstico más fiable de las infecciones leves una vez que haya disponibilidad de ensayos serológicos.
Cabe destacar que las pruebas para SARS-CoV-2 deben realizarse independientemente de si se encuentra un patógeno respiratorio convencional. Poco se sabe sobre la prevalencia de coinfecciones entre los pacientes con COVID-19 y la presencia de otros patógenos no excluye una infección con SARS-CoV-2 [9].
Cualquier caso sospechoso y confirmado debe ser comunicado inmediatamente a las autoridades de salud pública pertinentes. Lo mismo aplica si se obtiene resultados inesperados. En este contexto, cabe destacar que la validación de todos los protocolos publicados hasta la fecha sigue en curso.
Tratamiento
De momento, no se dispone de ningún tratamiento específico que sea dirigido contra el agente causal. A los pacientes con COVID-19 se les ha administrado antivirales como oseltamivir, ganciclovir, lopinavir el ritonavir, tanto por vía intravenosa como por vía oral [2], pero aún faltan datos sobre la eficacia de esas medidas. Las experiencias ganadas en brotes anteriores de enfermedades respiratorias inducidas por coronavirus son más bien desalentadoras: No se pudo demostrar que algún agente antiviral proporcione beneficios para el tratamiento del Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS) o el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) [4].
No obstante, los pacientes se benefician de cuidados de apoyo meticulosos y del tratamiento de posibles comorbilidades [2] [4]:
- La terapia con oxígeno se aplica comúnmente para mejorar la función pulmonar; la ventilación mecánica y la oxigenación por membrana extracorpórea pueden llegar a ser necesarias.
- Se administra antibióticos de amplio espectro y posiblemente antimicóticos para prevenir y manejar las coinfecciones.
- Se ha aplicado corticoesteroides. Estos ayudan a reducir la inflamación pulmonar y a prevenir la insuficiencia respiratoria, pero también afectan otros procesos fisiológicos y patológicos.
- Además, todo deterioro de la función de los órganos, como la lesión renal aguda, requiere de una atención urgente y medidas específicas.
Pronóstico
Los datos clínicos y epidemiológicos reunidos hasta la fecha sugieren un mayor riesgo de enfermedad grave en los ancianos, en particular en aquellos que padecen de otras patologías crónicas [4]. La tasa de mortalidad de la SSCP se estima en 2-5% [1], pero la proporción de COVID-19 que corresponde a SSCP aún está por determinar.
Con respecto al pronóstico individual del paciente, Chen et el. afirmaron que los resultados desfavorables podían haber sido pronosticados mediante el MuLBSTA Score, un modelo para predecir la mortalidad en la neumonía viral [2]. Este modelo considera la presencia de infiltrados multilobulares, recuentos bajos de linfocitos, coinfecciones bacterianas, antecedentes personales de tabaquismo, hipertensión y edad avanzada como factores predictivos de mortalidad [12].
Etiología
Lu y colegas caracterizaron en detalle al virus SARS-CoV-2 y han proporcionado la secuencia completa del genoma del patógeno [13]. De acuerdo con sus análisis filogenéticos, SARS-CoV-2 pertenece al género de los betacoronavirus y al subgénero de los sarbecovirus. Otro sarbecovirus bien conocido es SARS-CoV, agente causal de la pandemia de SARS entre 2002 y 2004. Debido a la relación relativamente estrecha entre ambas especies, el Grupo de Trabajo sobre los Coronavirus del Comité Internacional de Taxonomía de Virus ha propuesto el termino SARS-CoV-2 como un nombre más apropiado para el patógeno que causa COVID-19 [14].
Curiosamente, se ha descubierto que SARS-CoV-2 está aún más estrechamente relacionado con dos coronavirus derivados de murciélagos, que son calificados como similares a SARS-CoV [13]. ¿Estamos, pues, hablando de una enfermedad zoonótica? De hecho, COVID-19 ya ha sido descrito como una posible zoonosis [1], pero un estudio ítalo-brasileño sobre la evolución del virus sugiere la existencia de un portador intermedio: Benvenuto et al. han reportado que el virus sí ha sido albergado por murciélagos inicialmente, pero que se ha transmitido a otra especie, aún desconocida, antes de infectar al hombre [15]. Se presume que un animal vendido en el mercado de pescados y mariscos de Wuhan, China, haya servido como hospedero intermedio facilitando así la aparición del virus en los seres humanos [13]. Se puede trazar paralelos con brotes anteriores de coronavirus, precisamente a la ya mencionada pandemia de SARS y al brote de MERS, que comenzó en 2012. Los murciélagos han sido identificados como el reservorio natural tanto para SARS-CoV como para MERS-CoV, mientras que la civeta de las palmeras enmascarada y el dromedario actuaron como hospedero intermedios [16] [17].
Epidemiología
Si bien SARS-CoV-2 surgió en la metrópoli china de Wuhan, fue diseminado rápidamente por el país y más allá de sus fronteras, lo que generó cadenas secundarias de transmisión en una zona geográfica mucho más amplia. El 13 de enero de 2020, las autoridades tailandesas confirmaron el primer caso fuera de China.
El número actual de infecciones a nivel mundial según el Informe de situación publicado por la OMS el 17 de marzo de 2022 es 460 280 168 [18].
Se requiere de una respuesta internacional coordinada para hacer frente a esta situación, para poder disminuir el riesgo que constituye COVID-19 para la salud pública, es por eso que la OMS declaró el brote una pandemia el 11 de marzo de 2020.
Fisiopatología
La transmisión se produce de persona a persona, por gotitas o por el contacto directo entre dos individuos [1]. Puede que los fómites también jueguen un papel en la propagación de COVID-19 [18]. Partiendo de la información disponible, el período de incubación se estima en 2-14 días. Todavía no se sabe mucho sobre la excreción de partículas virales infecciosas antes de que un paciente desarrolle los síntomas. Si bien en Alemania se había informado de que un hombre contrajo el virus de una colega aparentemente sana [5], días después se supo que la mujer se había sentido mal antes de lo que que había informado originalmente. El informe del caso se actualizó como correspondía. Entonces, hasta el momento no ha sido posible comprobar que los pacientes con COVID-19 sean infecciosos antes de que ellos mismos tengan síntomas. Por otra parte, todavía no está claro por cuánto tiempo un paciente puede seguir contagiando, posiblemente incluso después de que sus síntomas hayan amainado.
Prevención
Para prevenir la infección con SARS-CoV-2, se aplican los principios básicos para reducir el riesgo de contraer y transmitir infecciones respiratorias agudas. Estos principios incluyen lavarse regularmente las manos con jabón, especialmente después del contacto directo con personas enfermas o su entorno, y evitar el contacto cercano con aquellos que muestran síntomas de enfermedad respiratoria. Por otra parte, se incita a las personas que padecen de síntomas respiratorios a que mantengan la distancia, se cubran boca y nariz al toser y estornudar, y tomen en serio su higiene personal. En caso de fiebre, tos y una posible exposición a SARS-CoV-2, se debería consultar al médico. En general, se debe reducir al mínimo el contacto con animales de ganadería y animales salvajes sin protección. La aplicación estricta de prácticas de prevención y control de infecciones debe reforzarse dónde sea necesario.
Desde un punto de vista más general, se puede adoptar distintas medidas para reducir la probabilidad de que surja un patógeno nuevo. Los mercados de animales vivos, como el de pescados y mariscos de Wuhan, constituyen un caldo de cultivo perfecto para enfermedades infecciosas emergentes: Hay estrecho contacto entre los animales y humanos, y un amplio intercambio de material genético entre los virus albergados por cualquiera de las especies que se hallan en el mercado. Estas condiciones aumentan en gran medida la probabilidad de infección humana por un agente patógeno de origen animal. Si este mismo patógeno provoca una enfermedad seria y, además, logra pasar de una persona a otra, es decir, que se produzca la transmisión entre humanos, los requisitos para una pandemia serán cumplidos. Por ello, mercados de este tipo han sido el objeto de duras, pero fundadas críticas durante años. No ayuda en nada el hecho de que el comercio ilícito con animales salvajes, posiblemente en peligro de extinción, esté floreciendo en tales mercados.
Resumen
COVID-19 es una enfermedad infecciosa emergente causada por el coronavirus SARS-CoV-2. Este patógeno fue identificado por primera vez en la provincia china de Hubei y, posteriormente, se ha demostrado que se originó en un mercado de animales vivos en la ciudad de Wuhan. La OMS ha evaluado el brote actual como una pandemia.
Hasta la fecha no se dispone de vacunas contra COVID-19. Científicos de distintos países están realizando intensos esfuerzos para cambiar esa situación, pero es improbable que esté disponible una vacuna eficaz y segura dentro del año. Esto aumenta la importancia de medidas efectivas para la detección precoz de COVID-19, el aislamiento y tratamiento de casos sospechosos y confirmados, el rastreo de posibles contactos y la promoción de medidas de distanciamiento social acordes con el riesgo. Según la evaluación actual de la OMS, en un esfuerzo mundial coordinado todavía es posible interrumpir la propagación del virus. También se requiere de solidaridad con otras regiones del mundo que puedan necesitar apoyo adicional para enfrentar este desafío.
Información del paciente
Se ha producido una gran conmoción por la aparición de SARS-CoV-2, un nuevo coronavirus que está causando infecciones respiratorias de distinta gravedad en China y en muchos otros países de todo el mundo. De hecho, lo mejor que puede hacer cada uno es adoptar medidas preventivas sencillas como: evitar el contacto cercano con cualquier persona que muestre síntomas de enfermedad respiratoria, consultar un médico en caso de síntomas parecidos a los de la gripe y proporcionar información fehaciente al personal de salud.
La enfermedad causada por SARS-CoV-2 ha sido nombrada COVID-19, del inglés "Coronavirus disease 19". Los síntomas suelen desarrollarse dentro de 2-14 días después de la exposición al patógeno e incluyen fiebre, fatiga y tos. Algunos pacientes también pueden experimentar dolores musculares, cefaleas, dolor de garganta o secreción nasal. Mientras que las personas con infecciones tienden a recuperarse dentro de pocos días, la COVID-19 puede seguir un curso severo y llevar a la neumonía, el shock y finalmente la muerte.
Debido a que COVID-19 no puede distinguirse clínicamente de otras causas de neumonía, es de suma importancia que los pacientes proporcionen información precisa sobre viajes recientes, alguna posible hospitalización y contacto cercano con cualquier persona que pueda haber estado expuesta al virus. La cooperación del paciente es clave para contrarrestar el brote de COVID-19, para acortar el tiempo hasta el diagnóstico y poder tomar medidas que eviten la exposición de otras personas. En caso de sospecha de una infección con SARS-CoV-2, se pone en cuarentena al individuo, se procede a hacer las pruebas correspondientes y a brindarle los cuidados de apoyo necesarios.
Referencias
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